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Blog de henaescorts
13 de Febrero, 2015    General

Último día de clase



Era el último día del Master. Nueve meses de clases sábados y domingos para directivos de RRHH en un grupo de apenas 12 ejecutivos de algunas de las empresas más importantes del país. Miguel, el director del Master era el típico maduro de vuelta de casi todo. Cerca de 50, cuerpo atlético, canoso, atractivo, deportivo descapotable... El que sabe que le va bien en la vida. La verdad es que era atractivo, sonreía bien y sabia llevar una conversación. Pero era un poco prepotente para mi gusto. El típico chulo que parece ir de caza a por las secretarias de la escuela y las alumnas de los cursos para recién licenciadas. Yo ya cumplí 40 pero el Pilates y salir a correr 12 kilómetros cada 2-3 días me mantiene bien. No soy un pibón, pero mantengo un buen culo y unas tetas dignas, pese a los dos partos. Además, el sueldo me da para masajes, cremas y cuidados.
 

El caso es que cuando con su puntito de chulería dijo que ese viernes nos quedábamos a tomar algo todos juntos menos "las que tenían que cuidar a sus mariditos o los que tenían que pedir permiso a su mujer" yo le mire y dije "Yo decido por mi misma. Me quedo.". Aunque estar con ese cretino no era lo que mas me apetecía Escorts panama

 

Pero en un grupo de más de 10 que llevan tanto tiempo juntos suele haber buen rollo. Las cervezas se sucedieron y dejaron sitio a los Gin Tonic a la vez que el grupo iba menguando. La conversación fue deslizando hacia lo típico cuando nos juntamos la gente de cuarenta. Que si aun estamos bien, que aún sabemos vivir y que hacemos muchas cosas mejor que los jóvenes de 20. Sexo incluido. Y como con 40 sabíamos lo que nos gustaba y lo que no y nos atrevíamos a hacer, con nuestras parejas, lo que realmente deseábamos. Miguel lanzaba algunas puyas basándose en "su trato con las de menos de 30", pero todas las ejecutivas le rebatíamos. Me parecía que me miraba un poco mas a mi. Así que al sentarme subí un poco mas el vestido corto que llevaba. Profesional pero corto, acompañado de sandalias de tacón. Típico look de ejecutiva. Y le seguía la conversación, provocándole un poco más cada vez. Con clase, solo gestos y mirada.
 

Llego el momento de la despedida. Y me entró el pánico. El maletín de mi portátil no estaba. Miguel me preguntó que pasaba. Se lo dije y me enseño su móvil... "Uno de tus alumnos se ha dejado aquí el ordenador, te lo dejo en el despacho". Era el mensaje de su secretaria. "Subes a por él?", me dijo. .. Entre las copas, las risas y la hora, no me apetecía nada. Pero tenía cosas que terminar ese fin de semana así que no tenía opción.
 

Al subir las escaleras del edificio, me dio su brazo justo cuando tropecé y casi me caigo. Me sujeto, demasiado cerca de su cuerpo, eso si. Y no puede evitar reconocer ese olor a Armani. "No te lances aún, o han sido las copas?", me provocó. "Yo decido cuando y a por quién me lanzo", le dije. Tono borde, pero con una sonrisa pícara como de escorts madrid


Subimos a su despacho en el edificio de la escuela de negocios. El despacho era espectacular.  Moderno, acristalado, con vistas al jardín y al resto de la ciudad. No pude evitar acercarme a la cristalera a admirar la vista. Y Miguel no desaprovechó la oportunidad. Se acercó a mi, por la espalda. No tan cerca como para molestar pero mas de lo debido. Al echarme atrás mi espalda se apoyó en su pecho. Y solo pensé que si el cabrón de mi marido me había estado engañando, no me iba a quedar ahora con las ganas.

Así que no me separé. Me apartó el pelo y me susurró "Me encanta tu perfume. Puedo olerlo mas de cerca?" "Inténtalo", fue mi invitación. Y su nariz acaricio mi cuello. Desde el  omoplato hacia arriba. Cerca de la oreja. Me estremecí. Sus manos se apoyaron en mis caderas. Y no hice nada por apartarlas. Mi espalda seguía pegada a su pecho pero aun evitaba acercar mi culo hacia el él.

Pero cuando me mordió suavemente el cuello mi suspiró le dió luz verde. Mi culo se pegó a su miembro, que empezaba a despertar. Las manos pasaron de las caderas hacia delante. Por encima del vestido tocó mi ombligo y subió a mis pechos, cuyos pezones ya se marcaban a través del sujetador y la seda del vestido.

 

Seguía de espaldas a él. Dejándome hacer. Estaba esperando que me demostrara si era tan bueno como decía. Asi que le retire una mano de mi pecho derecho sobre el vestido y lo puse en mi muslo, pero ya por debajo. Y le invité a seguir.

Subió por mi costado. Despacio. Suave pero firme. Y rozó el lateral de mi pecho arrancando un pequeño gemido. Y haciendo que mi cuerpo se arqueará, presionando su erección con mis nalgas. Demostró que sabía lo que hacía. Mi vestido salió por mi cabeza antes de que pudiera decir nada. Me sentía indefensa, pero deseada, a medio camino entre un pajarito atrapado y una diosa adorada. El seguía vestido y yo solo tenia mis braguitas brasileñas y mi sujetador. Desabrocho el sujetador con una mano a la vez que me daba la vuelta. Volvió a morder y acariciar mi cuello mientras sus dedos acariciaban apenas rozando mis pezones. Me tomo de las manos y me llevo al enorme sofá del despacho.

Me dejé caer, exhausta y desarmada. Su boca bajo de los hombros a mi pecho, donde aún seguían sus manos, pellizcando con suavidad mis pezones... Su lengua se enredaba con los dedos, sus labios y su saliva con la palma de sus manos. Y yo notaba mi humedad empapando las bragas de escorts barcelona

Mientras seguía mordiendo mis pezones, colocó sus manos bajo mis nalgas. Las acarició, apretó, separó... Y acercó sus manos entre mis piernas. Ahí pudo sentir mi humedad. 

Con una suave presión, me hizo darme la vuelta mientras bajaba mis bragas empapadas. Me quede de rodillas en el sillón, sentí un escalofrío al apoyar mis tetas en el frío cuero, pero era incluso placentero ese frescor por el contraste con mi coño ardiente. Sus meñiques se juntaron ente mis piernas, separando los labios para dejar el paso a su lengua. Empezó a lamerme, desde el coño al ano, relamiéndose en mi humedad. Yo no podía hacer mas que gemir y disfrutar. Su mano izquierda volvió a mi pecho y la mano derecha empezó un baile en el que su dedo corazón  acariciaba ni clitoris, el índice de introducía en mi coño y el pulgar se alternaba con su lengua en la entrada de mi culo. Yo, simplemente, me deshacía de placer.

Cuando me dio la vuelta, separe mis piernas y deje que su cabeza se metiera entre ellas. El orgasmo se acercaba y me costaba aguantarlo. Así que cuando de nuevo volví a sentir sus dedos entrando y saliendo de mi, o acariciando el techo de mi vagina mientras su boca mordía, lamia y chupaba mi clitorís, me deje ir. Cerré los ojos, grité y me corrí disfrutando como hacia mucho tiempo que no hacia, mientras él me miraba desde entre mis piernas con ojos de suficiencia.

Necesite unos minutos para recuperarme. Pero no iba a dejar eso así. El era tan bueno como presumía, pero yo también podía serlo.

Tal y como estaba, de pie ante mi, me costo poco desabrochar su cinturón, y baje el pantalón y el calzoncillo para descubrir su pene erecto. Con la mano izquierda lo acerque a mi boca mientras la derecha acariciaba entre sus testiculos y su ano. Lo lamí de abajo hacia arriba con delicadeza, mirándole a los ojos con lujuria. Después paseé mi lengua por su punta, hasta que el liquido preseminal empezó a asomar y lo saboreé.

Era el momento. Tiré de su polla para que se sentara en el sillón. Me puse a horcajadas sobre el, sujetando su pene con la mano. La rocé varias veces contra la entrada de mi coño que seguía chorreando. Lo apreté contra mi clitorís y jugué con él como si fuera mi vibrador favorito. Todo sin dejar de mirarle a los ojos, y mordiendo mi labio de vez en cuando para intentar soportar el placer y sujetar mi segundo orgasmo. Intento tocarme los pechos, pero negué con la cabeza y le sujete la mano. Era mi turno. Yo mandaba.

Me decidí y baje lentamente. Despacio. Sintiendo como su polla entraba en mi, dilataba mi coño y mi humedad la mojaba. Cuando caí sobre él, asentí y le dejé hacer. Sus manos amasaban mis nalgas y mis tetas alternativamente, mientras yo hacia círculos con mi coño con su polla bien metida. Eche la mano atrás y acaricie sus testiculos. Hinchados, tensos, a punto de descargar. Cambie el ritmo y me puse a subir y bajar, gimiendo y disfrutando. Una de sus manos encontró el hueco para tocar mi clitorís mientras me follaba y de nuevo me corrí.

Anfres de dejarme caer sobre el, me saque su polla y la acaricie con los labios de mi coño, haciendo que el también se corriera, disparando varios chorros de semen, alguno de los cuales saltaron hasta mis tetas.

Recogí un poco con un dedo y, guiñándole un ojo, lo lamí despacio  con mi lengua.


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publicado por henaescorts a las 09:53 · Sin comentarios  ·  Recomendar
 
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